FRATERNIDADE EREMITAS PEREGRINOS DA IMACULADA CONCEIÇÃO
"SEMPRE ME SENTI UM APAIXONADO PELA SOLIDÃO DE DEUS E TENHO PRESSA EM APRENDER A AMÁ-LO.NÃO SOU NADA, APENAS UMA ALMA INQUIETA, QUE PROCURA SAIR DE SI MESMA PARA VIVER A EXPERIÊNCIA DO ENCONTRO COM O MISTÉRIO DE DEUS". (Ir.José)
domingo, 17 de março de 2013
segunda-feira, 11 de fevereiro de 2013
La vida religiosa es una forma de vivir la vida
cristiana y, por lo mismo, ante las exigencias de la renovación en un momento
de caos y de transformación profunda en la humanidad necesita ser orientada por
la palabra de Dios. Cada uno de los evangelios, con su peculiar enfoque
teológico, pone de relieve una de las principales prioridades para la vida
religiosa en el momento actual.
La
centralidad de la persona de Cristo
Marcos parte de la exigencia del seguimiento del
Jesús histórico para centrar su atención en el seguimiento del Jesús
post-pascual: una posibilidad que se ofrece al hombre de todos los tiempos y
que realiza todo el que abraza la causa de Jesús y del Evangelio. Tema
recurrente explícita o implícitamente en las conferencias y en los grupos
temáticos del Congreso Internacional sobre la vida consagrada, celebrado en
2004, fue el de la especial centralidad de Cristo en la vida consagrada. Ésta
tiene sentido sólo si se vive en comunión con Él. El grupo que reflexionó sobre
el tema de la sed de Dios y de la búsqueda de sentido, después de afirmar que
la vida consagrada está construida sobre tres columnas: la experiencia de Dios,
la vida comunitaria y la misión subrayó fuertemente que en la base de estos
tres elementos está “Cristo como nuestra roca”. Por eso, todos los esfuerzos de
fidelidad creativa y de refundación deben partir de una identidad que hunda
sus raíces en la experiencia de Jesucristo: origen y meta de la vida
consagrada. Debe ser una experiencia que fascine y que invite a la conversión
continua. En Jesús, camino, verdad y vida descubrimos el verdadero rostro de
Dios Padre-Madre que nos ama y nos ha dado una responsabilidad y por medio
del Espíritu un carisma y una misión. Él es el único absoluto. Por otra parte,
la convicción de que Jesús está en medio de nosotros siempre da alegría,
esperanza, audacia y capacidad para abandonar estructuras caducas y obsoletas.
Para crecer en el conocimiento experiencial de Jesús se deberá continuar
viviendo el acercamiento cotidiano a la palabra de Dios para integrarla en la
vida personal y fraterna. La práctica comunitaria de la lectio divina
está llamada a transformar el estilo de vida y el ejercicio del ministerio de
las personas consagradas. Hay que hacer de la eucaristía el lugar privilegiado
para la escucha de la Palabra y para el contacto personal con Cristo presente
en ella.
Vivir
una espiritualidad encarnada, vital y fraterna
Juan nos enseña a vivir una espiritualidad que
unifique la vida religiosa; a ver todo desde la perspectiva de la fe para pasar
del ver al conocer y de éste al saber, es decir a descubrir en todo a Dios, a
contemplarlo en los demás y a buscar su voluntad en los acontecimientos. Se
trata de una espiritualidad encarnada en la realidad, inculturada; una
espiritualidad que sea vida en el Espíritu, que abarque todo. Donde la acción
también sea parte de la espiritualidad. Una espiritualidad, como dice la
reflexión-síntesis del Congreso Internacional sobre la vida consagrada,
celebrado en Roma en 2004, nutrida o alimentada por la palabra de Dios, por la
eucaristía y por la oración. “Una nueva espiritualidad que integre lo
espiritual y lo corporal, lo femenino y lo masculino, lo personal y lo
comunitario, lo natural y lo cultural, lo temporal y lo escatológico, lo
intercongregacional e intergeneracional y nos acompañe en todo lo que vivimos y
hacemos”. En esta espiritualidad cada instituto tiene que permanecer unido a
sus orígenes porque allí está la raíz de donde vienen los matices propios de
las diversas espiritualidades. Esta se debe vivir en contacto con la realidad,
en apertura a la conversión, y con la exigencia de la radicalidad.
Si buscamos la raíz última y la fuente de la
vocación de nuestros fundadores y fundadoras nos encontraremos que no es otra
que una profunda experiencia de Dios. Sin ella no se entiende su papel
carismático y profético en la Iglesia.
Como ellos, hay que estar enraizados en la experiencia del Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Dios de las bienaventuranzas, que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos (Mt 5, 45); que ama a los ingratos y malos (Lc 6, 35). El Padre cuyos caminos no son nuestros caminos (cf. Is 55, 8-9), que nos quiere transformar en hijos suyos, en hermanos de los demás y que hace colaborar todo para nuestro bien (cf. Rm 8, 28). Ese Dios que continúa revelándose en la realidad en la que está presente. Cuyo rostro aparece también en las situaciones de conflicto, en los problemas sociales, en los desafíos de un mundo secularizado, en los signos de los tiempos y de los lugares.
Como ellos, hay que estar enraizados en la experiencia del Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Dios de las bienaventuranzas, que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos (Mt 5, 45); que ama a los ingratos y malos (Lc 6, 35). El Padre cuyos caminos no son nuestros caminos (cf. Is 55, 8-9), que nos quiere transformar en hijos suyos, en hermanos de los demás y que hace colaborar todo para nuestro bien (cf. Rm 8, 28). Ese Dios que continúa revelándose en la realidad en la que está presente. Cuyo rostro aparece también en las situaciones de conflicto, en los problemas sociales, en los desafíos de un mundo secularizado, en los signos de los tiempos y de los lugares.
Con una experiencia de Dios en contacto con la
realidad las personas consagradas podrán ir descubriendo su rostro revelado en
Cristo y nos haciéndose cada vez más capaces de testimoniar proféticamente esa
experiencia radical. Al vivir la oración como escucha de Dios para después
comprometerse con los hermanos, se encontrará en ella, como actitud de vida,
una fuerza que genera disponibilidad para afrontar los caminos imprevisibles
del Espíritu.
Vivir la dimensión profética de la vida cristiana
Lucas, el evangelista de los pobres y marginados,
de la misericordia nos orienta en la opción preferencial por los pobres para
ser para ellos proféticamente una señal del amor misericordioso del Padre. La
vida consagrada no tiene el monopolio del profetismo. Pero su estilo de vida lo
lleva a subrayarlo. La consagración religiosa ya es en sí misma profecía porque
testimonia valores evangélicos que van contra corriente en la sociedad. Las personas
consagradas están llamadas a vivir la dimensión profética en el anuncio y la
denuncia al servicio de los pobres y de los abandonados, de las víctimas de la
violencia y de la injusticia, de los nuevos pobres, de la defensa de los
derechos humanos, de la promoción de las personas. Para ello hay que ir al
desierto, a la periferia y a la frontera, no entendidas como lugares materiales
sino como situaciones límite. A partir de una opción preferencial por los
pobres, la vida consagrada debe hacerse presente en el desierto donde no hay
nadie, donde la gente no quiere ir; en la periferia donde se experimenta la
pobreza, la impotencia, donde se comparten las necesidades de las personas, y
en las fronteras que son los caminos nuevos donde se corren riesgos. Este
servicio profético debe partir de la opción preferencial por los pobres, y por
eso, en las urgencias pastorales de la vida consagrada en el tercer milenio,
tienen que estar las personas excluidas como destinatarios privilegiados de la
evangelización.
Este compromiso con el profetismo ayuda a hacer la
experiencia de un Dios liberador y a enfrentar los desafíos de la liberación y
de la globalización. Se trata de un profetismo del pequeño resto: el fermento
escondido en la masa de un mundo secularizado. Como grupo profético la vida
consagrada debe dar una respuesta de espiritualidad a la búsqueda de lo sagrado
y a la nostalgia de Dios están llamadas a hacer visible los valores del
evangelio en el compromiso con los pobres y con la justicia; participando en los
movimientos que trabajan por la paz y por la defensa de los derechos humanos.
Es un profetismo que se hace presente en los puestos de vanguardia
evangelizadora al servicio de los marginados para testimoniar el proyecto de
Dios y denunciar todo lo que se opone a él.
Se percibe ya en la vida consagrada una mayor
radicalidad y creatividad para llevar adelante un estilo de vida más sencillo y
para la inserción entre los medios marginados con acciones de solidaridad y
nuevos servicios comprometidos con la defensa y promoción de la justicia, la
paz y la integridad de la creación. En el servicio a los excluidos no se
pretende ser voz de los sin voz sino colaborar para que su voz sea escuchada.
No se puede dejar de usar los medios de comunicación en forma creativa para la
transmisión de la Buena Noticia en el mundo contemporáneo en una colaboración
intercongregacional y con los laicos.
De manera particular, los fundadores y fundadoras
experimentaron la presencia cuestionadora de Cristo en el ser humano, especialmente
en los más pobres (cf. Mt 25, 3146). Los pobres reflejan −cualquiera que sea
su situación moral o personal− el rostro humano y sufriente de Jesús y
recuerdan sus opciones y predilecciones sacudiendo posibles ilusiones y
compromisos. Por eso la presencia de Jesús en los pobres evangeliza a los
evangelizadores y los capacita para un testimonio profético desde la esencia
del Evangelio, que se resume en el amor eficaz a Dios y al hermano
En la línea de los profetas bíblicos, los religiosos y religiosas están llamados a profundizar en la experiencia de Dios, hasta que Él sea una persona viva con la que se relacionan íntimamente. Esto ayuda a descubrir los planes de Dios en la historia y a leer en los acontecimientos su mensaje interpelador. Entonces aparecerá como el Dios de misericordia y de fidelidad que pide del hombre una respuesta de devoción amorosa y fiel hacia Él y de amor y bondad hacia los semejantes, expresados también radicalmente en la práctica de la justicia y del derecho (cf. Jer 9, 22-23).
En la línea de los profetas bíblicos, los religiosos y religiosas están llamados a profundizar en la experiencia de Dios, hasta que Él sea una persona viva con la que se relacionan íntimamente. Esto ayuda a descubrir los planes de Dios en la historia y a leer en los acontecimientos su mensaje interpelador. Entonces aparecerá como el Dios de misericordia y de fidelidad que pide del hombre una respuesta de devoción amorosa y fiel hacia Él y de amor y bondad hacia los semejantes, expresados también radicalmente en la práctica de la justicia y del derecho (cf. Jer 9, 22-23).
El testimonio profético de la comunidad religiosa
Mateo nos recuerda la dimensión comunitaria de los
creyentes en Cristo. Señal evidente de la nueva vida en Cristo es la
fraternidad. Los fundadores y fundadorassubrayaron siempre su importancia para
vivir la dimensión mística y profética de la vida consagrada. Ella pone de
relieve el poder reconciliador de Jesús, que reúne en una nueva familia en su
nombre. El aspecto fraterno de la vida consagrada se ha vuelto a subrayar a
partir del Concilio. En esta vivencia de la fraternidad radica uno de los
principales testimonios de la vida consagrada: ella hace presente el Reino
predicado por Jesucristo y pone de relieve el poder reconciliador del Espíritu
de Jesús, que reúne a todos en una nueva familia.
El celibato, el compartir los bienes, el discernimiento
comunitario de los caminos de Dios, el compromiso con la misión, se viven en y
desde una comunidad que, incluso, tiene un hábitat común y una organización que
ayuda a superar el individualismo. La apertura a comunidades más amplias, como
la provincial o la general, dilatan el horizonte comunitario. El contacto con
otras comunidades eclesiales ayuda a descubrir su propia identidad. El papel
del coordinador, en una comunidad de vida, es el de ser animador y constructor
de una fraternidad que permita pasar de la vida en común a la vida en comunión.
Se requiere que las comunidades tengan un estilo de
vida más simple y que, al mismo tiempo, estén cercanas al pueblo para que su
testimonio se purifique y se haga inteligible. Junto con la sencillez y cercanía
en relación con el pueblo, la comunidad religiosa necesita vivir relaciones más
profundas entre sus miembros y una caridad realista y concreta que, en un mundo
de egoísmo, injusticia y odio, anuncien la presencia y la acción de Dios que
reconcilia y fraterniza y denuncien las divisiones y opresiones. Al renovar
cotidianamente, en medio de las inevitables y necesarias dificultades de la
vida fraterna, el ideal de comunión de amor, la comunidad religiosa ofrecerá un
testimonio profético y dará razón de su esperanza, señalando a los demás la
meta a la que Dios nos llama en Cristo. Este fue el ideal vivido y exigido por
los fundadores y fundadoras.
CONCLUSIÓN
La “pasión por Cristo y la pasión por la humanidad” que son la razón de ser de la vida consagrada se viven en un momento de transición y de cambio. El congreso de 2004 habló de varias maneras de la invitación del Espíritu para que nos volvamos al Señor con humildad porque Él es el único absoluto (Dt 6,4). Eso nos llevará a la fidelidad creativa y a saber desapegarnos de lo que es fruto de una época y de una cultura, para centrarnos en lo fundamental hacia donde apuntan los nuevos rasgos de la vida religiosa. De aquí la necesidad de una formación espiritual y teológica, además de formación humana y profesional. Se subrayó también que cada Instituto tiene que permanecer unido a sus orígenes porque allí está la raíz de donde vienen los matices propios de cada carisma y espiritualidad. Estos se deben vivir en contacto con la realidad, en apertura a la conversión, y con la exigencia de la radicalidad. Hay que estar disponibles para aceptar los caminos del Espíritu con la certeza que da la esperanza, que se apoya en la bondad y en la fidelidad del Dios de la esperanza (Rom 15,13).
El Papa Juan Pablo II, en el discurso a los
participantes en el Congreso Internacional de Vida Consagrada, el 27 de
noviembre de 1993, invitaba a imitar la creatividad de los fundadores con una
fidelidad madura que tenga en cuenta las interpelaciones de los signos de los
tiempos: “Los fundadores han sabido encamar en su tiempo con coraje ysantidad
el mensaje evangélico. Es necesario que, fieles al soplo del Espíritu, sus
hijos espirituales continúen en el tiempo este testimonio, imitando su
creatividad con una madura fidelidad al carisma de los orígenes, en constante
escucha de las exigencias del momento presente” .
domingo, 23 de dezembro de 2012
domingo, 11 de março de 2012
domingo, 26 de fevereiro de 2012
terça-feira, 21 de fevereiro de 2012
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